domingo, 28 de abril de 2013

Amelia

Amanece en copenhage una manana fria de abril. Me dispongo como cada dia a ir a la oficina; cafe, cereales, en la radio suena la voz del critico literario ingles Harold Bloom y por la ventana abierta se oye a la pareja del 4 discutir. Todo como cada mañana.
Observo mi reflejo en el cristal del metro. Barba de dos dias, ojeras, y el pelo desaliñado. Mis ojos, cada vez mas grises, tienen un deje de melancolia que hoy ha sido cubierto por la emocion. Hoy es el primer dia de mi nueva vida. Tras varios meses de borradores despechados y editores pasivos he conseguido encontrar uno al cual mis divagaciones han encandilado, mi primera novela sera hoy, por fin, publicada.
Esta escrita para ella, la mujer de mi vida, mi amor, mi musa. Ella no tiene ni idea de que me he convertido en escritor, y menos de que es la protagonista de todos mis escritos; quizas esto sea lo que produce el nerviosismo que desde que me he levantado me invade, pero no importa, hoy es el dia.

-Hank baja del metro entre la multitud de hombres trajeados y hermosas mujeres que como cada dia se dirigen a su trabajo.
Sale de la estacion y gira a mano derecha, ya divisa el gigantesco edificio de la editorial. Al cruzar el paso de peatones un sordido frenazo llama la atencion de los ciudadanos. Papeles por el suelo y un cuerpo inerte. Unos minutos mas tarde el sonido de las ambulacias se siente cada vez mas cerca, pero es demasiado tarde.

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Esta mañana he recibido una llamada muy extraña que ha determinado mis actividades de los proximos dias.
Hoy debo ir al valatorio, ha fallecido un antiguo compañero y amigo de la universidad y, segun me ha dicho el policia en nuestra breve conversacion telefonica, ha dejado un paquete del que me debo encargar. Cuando llego, la situacion es la misma que en todos los tanatorios. Caras destrozadas, lagrimas y angustia.
El policia de la llamada se me acerca, me entrega un paquete y tras un seco "lo siento" se marcha. Yo no tarde mas que un par de 'pésames' en realizar la misma acción y volver a mi casa.
Abro el paquete nada mas llegar, en el hay un pequeño sobre blanco y un gordo manuscrito. Comienzo por el sobre, lo abro y encuentro una breve nota en la que se explica que el manuscrito es una novela escrita por Hank, la cual estaba a punto de publicar y que en consecuencia de no haberla entregado el día acordado con la editorial, y sin hacer excepciones por la razón de ello, yo tenía un plazo de una semana para viajar a Berlín, sede de las oficinas principales, y entregarselo a los editores.


El aeropuerto de Copenhague estaba solitario aquella noche. Había tardado poco menos de tres horas en arreglarlo todo para mi viaje y con suerte pude conseguir un vuelo directo que me permitiria estar en la capital alemana aquella misma madrugada. Al subir al avión recuerdo que aún no he leido su novela, tengo poco tiempo pero eso no me aleja de la idea de descubrir sobre que ha escrito mi querido amigo tantas páginas. La historia me absorve desde el comienzo, habla de una mujer, una mujer pelirroja, inteligente y hermosa. El estaba enamorado de ella, lo noto.
El tiempo apura, y el libro es demasiado largo y yo demasiado curiosa. Paso las páginas y voy al final, es precioso. Leo la dedicatoria del libro, sujetada con un pequeño clip en la parte superior de la hoja, y siento como algo dentro de mi se rompe.
-Yo también te quiero Hank-. pienso mientras observo por la ventanilla como el avión comienza a descender hacia la dormida Berlín y las lágrimas invaden mis ojos. Puede que la vida nos haya separado, pero estoy segura de que la muerte nos juntara.